Llegado a la primera mitad del siglo XX la música andina era percibida como algo solo para las personas de bajo nivel o de estatus bajo, por lo que empezó a posicionarse en un lugar muy oscuro dentro de los ritmos latinos que al día de hoy se conocen, las personas que se dedicaban a tocar este género de música se les consideraba como personas inadaptadas anclados en el pasado, y además con escasos recursos económicos.
El director de Los Kjarkas, G. Hermosa, contó en una entrevista que cuando ellos empezaron a tocar se consideraba al músico como la última de las profesiones, y que ningún padre quería casar a su hija con un músico.
Lo cierto es que en la actualidad la música andina ha recobrado posiciones y ha evolucionado de forma exponencial por lo que es conocido a nivel mundial y muy valorado, sobre todo por el tipo de instrumentación que tiene que evoca a la calma, paz y a la naturaleza.
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